jueves, 25 de febrero de 2010

- 4 - (La fiesta)

Se hace dificil recorrer los caminos del pasado cuando la memoria empieza a traicionarnos y el presente intenta colarse entre las palabras con sabor a futuro inmediato y certero.

Ezequiel me había dado un ultimatum que yo no sabía como manejar. Pero, ¿que puede pretenderse de una adolescente enamorada esquivandole al tiempo? La respuesta a su pregunta era más que obvia y ese "todo" que prometimos dar hizo que nuestra relación, si bien corta, se volviese inolvidable.

Las salidas eran ahora más frecuentes y más privadas. Buscabamos cualquier excusa para compartir un rato juntos y en las noches de boliche nos escapabamos de las miradas del resto rumbo a cualquier lugar oscuro que nos permitiera estar más cerca, sin inhibiciones que coartaran nuestra libertad pasajera.

Hasta que finalmente llegó el día en el que comenzaron a pesar las fechas. El calendario había marcado impronta y la carrera contra el reloj se hacía cada vez más extenuante. Eran las 23hs del 1 de Diciembre y Ezequiel festejaba, junto a todos sus amigos, las últimas noches en Buenos Aires.

Yo vagaba por la fiesta como un fantasma, hablando esporádicamente con alguna persona que se me cruzaba por el camino. No tenía trato con prácticamente ningun invitado y más de uno me producia rechazo (y hasta quizás era mutuo).
Sintiendome totalmente ajena a ese mundo, con el corazón hecho trizas por la inminente partida y la falta de atención del viajero, decidi, en un impulso irrefrenable, abandonar la fiesta en una escena digna de película.

Nunca pude confirmar como fue que Ezequiel se enteró tan rápidamente de mi huida, solo se que mientras me alejaba de su casa con lágrimas en los ojos sus pasos acelerados me alcanzaron antes de llegar a la esquina y la tensión de tantos días se esfumo en una corta discusión que terminó a los besos contra una pared prestada.

Y asi pasamos uno de nuestros últimas momentos juntos. Haciendonos promesas que ambos sabíamos que no podrían cumplirse pero la necesidad del otro era tan grande que era lo único que brindaba un poco de consuelo frente a tanto vacio.

Las 7 noches siguientes me dormi totalmente agotada por el esfuerzo que representaba controlar las lágrimas y seguir sonriendo para el resto del mundo, aun cuando sentia que ya nada volvería a ser igual, que una parte de mi se iba en ese avión y jamás la recuperaria...

-DP-

PD: "Negrita, el corazón me grita... me pide que vuelvas de una vez"...

3 comments:

Anónimo dijo...

Y ahora me falta lo mas importante... Es mi corazn el que se desintegra, por que me falta lo mas importante. Siempre supe que sin usted, no podria sobrevivir, es mas hambre que el hambre...
Nececisto escuchar tu voz... volver a sufrir y a vivir por mi negrita, no ves como el corazon me grita?

Blonda dijo...

Ay, ay...esos amores, en los que la distancia pone una pausa obligada, congelan los recuerdos y parece que uno siguiera ahi, sosteniendo la emoción de ese encuentro.

Creo que la clave es disfrutar lo que dure. Siempre.

Besotes =)

PD. El anonimo es él? Uf...tremendo!

.natö. dijo...

Al final de cuentas aprendemos que todo eso que duele, es lo que mas nos hizo crecer.
Te extraño amiga =)
(i'm back)